lunes, 19 de julio de 2010

MARÍA TERESA HINCAPIÉ POR JOSÉ HERNÁN AGUILAR


En 1990, María Teresa Hincapié ganó el primer premio del Salón de Artistas Colombianos con un performance de ocho horas llamado Una cosa es una cosa, en que sacaba muchas cosas de una raída maleta de viaje y las colocaba en un inmenso rectángulo. Ropa, comida y objetos decorativos baratos conformaban los elementos cuidadosamente desempacados y guardados de nuevo por Hincapié. La idea para nada era nueva y mucho menos su realización, pues bastantes precedentes podrían encontrarse en el arte conceptual de los sesenta y setenta o en el cinema verité de Chantal Ackerman o Laura Mulvey. Lo interesante era que Hincapié procedía de una disciplina disociada, por lo menos en Colombia, de las artes plásticas: el teatro y, más aún, el teatro de creación colectiva y de temática más bien politicoide. De cierto moSin embargo, ya desde 1987 Hincapié venía trabajando este tipo muy sencillo de performance. Con José Alejandro Restrepo produce Parquedades. Con música y transmisión en video, Hincapié (aún referida como actriz) se paseaba por un parque sin otro propósito que llamar la atención sobre su movimiento, sus gestos y su actividad normal. Trabajando ya sola y siempre con el reto de llenar un gran espacio, Hincapié crea en 1989Punto de fuga, en que a partir de un foco único caminaba y volvía recuerdo físico muchas líneas imaginarias. En Naturaleza muerta en un espacio muerto, también de 1989, los objetos de uso diario formaban, pequeños montículos (a la manera de bodegones) para oponerse con desconcertante humildad a la fealdad del espacio circundante. En Vitrina (1990), Hincapié utilizó una inmensa ventana para pintar con detergente su propio cuerpo y dibujos ya de carácter más caprichoso; el toque final era tan fino como conmovedor: un beso de lápiz labial.
Desde luego, Hincapié deseaba en todos estos trabajos llegar al punto muerto donde se podrían fusionar actividad física y transformación artística, sofisticando con tal procedimiento las ideas de Brecht y Beuys acerca de una simbiosis entre arte y vída. Claro, alguna huella de opinión política puede detectarse, si bien tiene que ver con la política del cuerpo y su extensión como entidad psicológica, más en el campo del reconocimiento perceptual que en el de la diferencia sexual. Aunque sus últimos performances han invertido el método de formalización (en su Cocina de 1991, por ejemplo, el espacio tiende a cerrarse en torno a ella), Hincapié acaricia algunas ideas de la teoría crítica de Lacan aceptada por muchas feministas, en especial lo referente a la "construcción" de la mujer como categoría (como fetiche, como signo) en un mundo patriarcal. Las tareas sencillas realizadas por la artista en sus obras (sacar cosas, meterlas, limpiar ventanas u ollas, caminar lentamente pegada al muro, etc.) sacan a relucir las actividades domésticas de muchas mujeres colombianas, otorgándoles un valor ritual importante, volviéndolas válidas no tanto como material artístico sino como pruebas de una cultura gestual, típica y anónima.

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